El sueño es un aspecto esencial para las personas en cualquier etapa de la vida y en ocasiones experimentamos los efectos adversos de una mala noche. Lo ideal sería dormir unas 7 horas las personas adultas que contrasta frente a las 10 horas recomendadas para las niñas y niños. Durante la adolescencia al menos 9 horas sería lo más adecuado y si vamos a la fase de bebés, generalmente las horas de sueño son 16 repartidas durante el día.

Ventajas de dormir bien

Se tenga la edad que se tenga cuando dormimos bien, como decía el anuncio, lo notas por dentro y se nota por fuera y es que dormir bien a parte de lo obvio: tenemos más energía y como consecuencia estamos de mejor humano, también tiene efectos no tan evidentes:

  • Incrementa la creatividad
  • Mejora la memoria
  • Protege el corazón
  • Reduce los problemas de conducta.
  • Permite asimilar y organizar las experiencias y los aprendizajes.
  • Es imprescindible para el crecimiento físico y mental.

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Son muchos los beneficios que aporta un buen sueño pero en ocasiones dormir bien no es tan fácil. En los adultos el estrés, las preocupaciones y el ritmo de vida pueden afectar al sueño. Y aunque sorprenda, el insomnio es un motivo frecuente en consulta de pediatría. El 30% de los niños de entre 5 meses y 6 años tienen problemas a la hora de conciliar el sueño y eso además de afectarles a ellos también afecta al resto de la familia.

¿Cuánto tiempo duermen actualmente?

Dormir bien es esencial para un desarrollo adecuado y aunque para que los niños crezcan sanos es aconsejable, según las Guías del Ministerio de Sanidad, que duerman 10 horas diarias, las niñas y niños en España duermen menos que en el resto de Europa. Se van a la cama 1 hora más tarde que el resto de los europeos y se levanten 30 minutos antes.

5 Consejos para crear una buena rutina de sueño

1. Mucha actividad física durante el día

Si están activos durante el día, es más probable que estén cansados a la hora de acostarse y, consecuentemente, concilien mejor el sueño. Sin embargo, es bueno que reduzcan la actividad física un tiempo antes de irse a dormir, lo ideal es que estén en un ambiente relajado y tranquilo al menos una hora antes de irse a la cama. Si tienen mucha actividad o las emociones están a flor de piel conciliar el sueño será un poco más complicado.

2. La cama es solo para dormir

Es importante que se relacione la cama con dormir y descansar. Por ello, es mejor evitar ver la cama como un sitio en el que jugar o ver la tele, o utilizar la tableta o el móvil. De esta forma se asocia cama y descanso y es más fácil lograr que se duerman.

3. Limitar el uso de pantallas antes de acostarse

Los dispositivos digitales como móviles o tableta activan el cerebro y, por ello, deben evitarse por las noches, ya que lo que buscamos es lo contrario: un ambiente con poca actividad. Una buena opción para conseguirlo es sustituir las pantallas por un libro. Para los más pequeños, que se les cuente un cuento antes de dormir es una gran idea, ya que les relaja a la vez que pasan un poco de tiempo en familia.

 

4. Establecer una hora fija para irse a la cama

Para crear una buena rutina es esencial que se convierta en un hábito. Por ello es recomendable establecer horarios fijos para dormir y despertarse.  De esta manera los niños y niñas se acostumbrarán al horario establecido identificando este tiempo, como tiempo de descanso y calma.

5. Crear el ambiente adecuado

Durante la rutina de noche, así como durante las horas de sueño, es importante que preparemos la habitación en cuanto a términos de iluminación y temperatura se refiere. Estos factores ayudan a conseguir una buena calidad del sueño.

Los niños relacionan la oscuridad con el sueño, razón por la que bajar las persianas un tiempo antes de la hora de acostarse ayuda a generar un ambiente nocturno y propiciar el sueño.

La temperatura de la habitación también tiene una relación directa con el descanso. La temperatura ideal se encuentra entre 20 y 22 grados.

La constancia, una gran aliada. 

La rutina previa al momento de dormir favorece ese ambiente de desconexión, pero lo más importante es hacerlo de forma constante. Hacer cada día lo mismo y en el mismo orden ayuda a asociar esos pasos con la hora de dormir. Como una especie de ritual, repetir las mismas acciones diariamente hace que los más pequeños, y también los mayores, nos preparemos para el descanso nocturno de una manera más fluida y natural.

La elección del pijama favorito, el uso de algún aceite esencial como la lavanda o dar las buenas noches a la familia pueden formar parte de ese ritual. Se recomienda que la rutina no sea demasiado larga ya que si dura demasiado, es posible que se pierda la atención y el estado de relajación que buscamos se pierda.

 

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